Pru urevú. "Y Dios le dijo a Adam fructificad y multiplicaos, y llenen la tierra."
Los dos deseos más fuertes del ser humano son los impulsos que le permiten mantener la especie: el alimento y el sexo. Los dos llenan una motivación básica que proviene de nuestro inconsciente: el placer. El pecado del árbol del conocimiento tiene dos caras de la misma moneda, la comida y el sexo, ambos representados por una manzana mordida (Apple).
El 95 % de las personas no comen porque tienen hambre ni tienen sexo para reproducirse, intenciones que los llevarían al placer más sublime: la unión con Dios, motivada por un nivel más profundo del inconsciente, la Fe. No, lo hacen por motivos emocionales, por costumbre, porque llegó la hora, por la excitación a través de los sentidos, por llenar un vacío, por camaradería u obligación, pero no por verdadera necesidad de alimentarse o tener hijos, y menos por unirse a Dios.
La sabiduría de la Cabalá enseña que esos dos impulsos pueden elevar al hombre a las alturas más excelsas o a los abismos más profundos, y decidir entre ambos lleva sólo un segundo, pero sus resultados perduran por mucho tiempo.
Utiliza tu libre albedrío siempre y vas a ser libre.
Para eso has nacido.
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